jueves, 16 de septiembre de 2010
El 29 SEPTIEMBRE ¡¡¡ HAY QUE PARAR GSS !!!
Nos vamos acercando a la jornada de Huelga General del 29 de septiembre, y cada uno de nosotros tenemos que tomar una decisión importante: secundar la Huelga General o sentarnos ese día como otro cualquiera en la plataforma, dando la espalda a tantos compañeros, como nosotros, que esos momentos estarán dando una respuesta contundente a la reforma laboral que nos quieren imponer.
Todos vamos a influir en las plataformas, con nuestras palabras previas a la convocatoria, con lo que hagamos ese día, con la actitud que tomemos frente a esa protesta popular.
La suma de las voluntades individuales de cada uno de los trabajadores de GSS será la clave para el éxito de este paro.
En la dirección de la empresa venimos detectando cierto nerviosismo desde que los sindicatos estamos reaccionando unitariamente a diferentes estrategias de GSS con el fin de recortar nuestros derechos. Nos quieren ver peleándonos entre sí, no unidos; y ante esta huelga general no cabe disensiones, todo lo más, puntos de vista diferentes.
Sin embargo, en más de una conversación con alguno de los secuaces de la empresa, nos han expresado su confianza en que los trabajadores no secundarán este paro porque, según ellos, están aletargados, sin ánimo ni voluntad de apoyar una lucha como la que tenemos en puertas.
Nos da la impresión de que estos señores, no nos consideran personas, sino animales de granja de quita y pon. Tenemos una oportunidad única para demostrarles que no es así.
Aquellos polvos traerán estos lodos
La situación en la que ahora nos encontramos podemos explicarla si observamos nuestro pasado más reciente. En la década de los ochenta se produjo el boom de las inmobiliarias y un rápido proceso de urbanización que, en nuestro país, no había precedentes. Las entidades bancarias convencieron a muchos para embargarse en una espiral de locura, con créditos hipotecarios a pagar en cuarenta años y créditos a montón. Nuestros bienes se revalorizan, vivimos el espejismo de los nuevos ricos, aunque con la llegada del euro comenzamos a sospechar que nos han metido gato por liebre. Pero cuando estalla la burbuja inmobiliaria, en 2007, la especulación enseña sus verdaderas fauces. El mercado financiero se colapsa, y los bancos, de los que millones de familias dependían, dejan de prestar sueños y quimeras. La construcción se desploma y arrastra a miles de trabajadores al paro. Las familias endeudadas hasta los tuétanos dejan de pagar sus créditos y observan, desconcertadas, que sus pisos no cuestan ni la mitad por lo que los adquirieron. La morosidad y desvalorización tumban a más de un banco y aseguradora. Los gobiernos de todo el mundo deciden actuar ante el requerimiento de las grandes fortunas del planeta. En pocos días ofrecen a los bancos hasta tres billones de euros; en España, en concreto, se subvencionó a fondo perdido las viviendas no vendidas. El ejecutivo de Zapatero prestó a los bancos 300.000
millones de euros del erario público sin fecha de devolución. Comenzaba una nueva época. La crisis comenzábamos ya a pagarla los trabajadores.
El gobierno español congela durante tres años los salarios de la administración pública, prescribe que no se pueda negociar más del 1% de subida salarial, aunque a muchas empresas en dificultades les ayuda con dinero público. Envalentonado por la falta de respuesta de los sindicatos mayoritarios, da un vuelta más de tuerca y decide reducir el sueldo de los funcionarios en un 5 por ciento, se suprime el cheque bebé de forma radical a partir de Enero de 2011, se elimina el carácter de retroactividad de la ayuda a la dependencia (ahorrándose 624 millones de euros) y se congelan las pensiones independientemente si sube el IPC. Apenas hay oposición; alguna que otra protesta y una huelga en el sector público que fracasa estrepitosamente. ¿Qué hace el gobierno? Confiado en la fuerza de su propaganda y en la aparente indolencia de los trabajadores, pone sobre la mesa su ya famosa reforma laboral. Una propuesta legislativa, que fue endurecida por el congreso.
Mezquindades
Algunas de sus mezquindades son, por ejemplo, que a la hora de despedirnos improcedentemente en vez de 45 días por año con un total de 42 mensualidades, será de 33 días por año trabajado por un total de 24 mensualidades. Esto conlleva una bajada de las indemnizaciones por despido improcedente en un salario de teleoperador de 2500€ menos aproximadamente.
Además, se otorgan más facilidades al empresario a la hora de demostrar el motivo de esos despidos, que pueden ser por razones económicas, técnicas y de producción sólo con que la empresa muestre mínimamente la razón de los despidos. Este artículo está pensado para los Jueces, con el fin de que tengan mancha muy ancha con los expedientes de Regulación de Empleo. En el 2012 cada trabajador dispondrá de un fondo en el que se ingresará una parte de su salario, aún sin determinar. De este modo, cuando la empresa se quiera deshacer del empleado, parte de la indemnización de ese despido saldrá del susodicho fondo. Y si al final de su vida laboral le queda algún dinero podrá hacer uso de él en la jubilación. Las empresas podrán descolgarse de los Convenio si prevén que no van tener beneficios, y de este modo no nos pagarán lo que nos corresponde. Por otro lado, podrán reducir nuestro salarios de forma individual o colectiva, entre un 10 y un 70 por ciento durante un año, por razones que no tienen que demostrar fehacientemente. Una vez más, con una sola previsión sería suficiente. Más medidas estupendas. El Estado premiará a las empresas que contraten a personas entre las edades de 16 a 30 años, 800€ si son hombres, y 1000€ si son mujeres. Entre 1200 y 1400 a las personas mayores de 45 años inscritas desde hace unos años en el paro. Eso sí, sólo los tiene que contratar para cobrar las ayudas a lo largo de tres años, aunque el trabajador sea despedido antes. Por otra parte, las ETT´s harán las mismas funciones que las del Inem, de tal forma que si rechazas una oferta de empleo de una de estas empresas serás sancionado.
Una oportunidad única
El plan del gobierno no tiene otra finalidad que extender y aumentar los beneficios de la gran patronal y las clases sociales más poderosas del planeta a costa de los trabajadores.Han aprovechado la crisis y el desconcierto generalizado para concentrar la riqueza en menos manos. Ya lo dijo recientemente Paul Kraugman, premio nobel de economía, y uno de los principales asesores de Obama, presidente de EEUU: “Los españoles deberán bajar sus salarios en un 25% si quieren salir de la crisis y acabar con el paro”. Las recetas neoliberales del FMI y de los centros de poder financiero han calado de pleno en la política económica de un ejecutivo que se dice ser socialista pero que le importa un ardid la pérdida de derechos de la clase trabajadora. Hasta analistas tan cercanos a la esfera del poder, como el periodista Gabilondo, no dudó hace poco de presentar esta imposición de la reforma laboral y recortes sociales como un golpe de estado del capitalismo internacional. Ya no es momento de lamentos, nos comentaba recientemente una querida delegada sindical, bregada durante años en la lucha obrera, “ya todos sabemos que lo tenemos muy mal con esta reforma laboral que llega, pero lo que no sabemos es hasta dónde serán capaces de ir”. Este sistema neoliberal jamás valdrá a los trabajadores porque está montado para que unos pocos obtengan el máximo beneficio a costa de esclavizar a muchos.
Sin lugar a dudas, la huelga general del próximo 29 de septiembre es una oportunidad única para dar la primera respuesta contundente a este proyecto; pero es también una ocasión para hacer saber a la empresa que estamos ya hartos de las condiciones precarias a las que nos somete. Que a estas alturas no nos haya pagado el 1 por ciento que nos adeudan, a pesar de la sentencia firme de la Audiencia Nacional, es sólo un ejemplo de en qué concepto tiene GSS a los trabajadores.
Cada uno de vosotros seguro que tiene una buena ristra de infamias y humillaciones que sufre todos los días a través de sus supervisores y jefes de campaña, por no decir de alguno de los
coordinadores, obsesionados por ganar méritos a los ojos de la empresa a costa de vuestros derechos. Nos tratan con la prepotencia del caudillo, que prescinde de leyes y normas, y se parapeta en una cohorte de zalameros y serviles. Razones desde luego no nos faltan para secundar una huelga general.
Todos vamos a influir en las plataformas, con nuestras palabras previas a la convocatoria, con lo que hagamos ese día, con la actitud que tomemos frente a esa protesta popular.
La suma de las voluntades individuales de cada uno de los trabajadores de GSS será la clave para el éxito de este paro.
En la dirección de la empresa venimos detectando cierto nerviosismo desde que los sindicatos estamos reaccionando unitariamente a diferentes estrategias de GSS con el fin de recortar nuestros derechos. Nos quieren ver peleándonos entre sí, no unidos; y ante esta huelga general no cabe disensiones, todo lo más, puntos de vista diferentes.
Sin embargo, en más de una conversación con alguno de los secuaces de la empresa, nos han expresado su confianza en que los trabajadores no secundarán este paro porque, según ellos, están aletargados, sin ánimo ni voluntad de apoyar una lucha como la que tenemos en puertas.
Nos da la impresión de que estos señores, no nos consideran personas, sino animales de granja de quita y pon. Tenemos una oportunidad única para demostrarles que no es así.
Aquellos polvos traerán estos lodos
La situación en la que ahora nos encontramos podemos explicarla si observamos nuestro pasado más reciente. En la década de los ochenta se produjo el boom de las inmobiliarias y un rápido proceso de urbanización que, en nuestro país, no había precedentes. Las entidades bancarias convencieron a muchos para embargarse en una espiral de locura, con créditos hipotecarios a pagar en cuarenta años y créditos a montón. Nuestros bienes se revalorizan, vivimos el espejismo de los nuevos ricos, aunque con la llegada del euro comenzamos a sospechar que nos han metido gato por liebre. Pero cuando estalla la burbuja inmobiliaria, en 2007, la especulación enseña sus verdaderas fauces. El mercado financiero se colapsa, y los bancos, de los que millones de familias dependían, dejan de prestar sueños y quimeras. La construcción se desploma y arrastra a miles de trabajadores al paro. Las familias endeudadas hasta los tuétanos dejan de pagar sus créditos y observan, desconcertadas, que sus pisos no cuestan ni la mitad por lo que los adquirieron. La morosidad y desvalorización tumban a más de un banco y aseguradora. Los gobiernos de todo el mundo deciden actuar ante el requerimiento de las grandes fortunas del planeta. En pocos días ofrecen a los bancos hasta tres billones de euros; en España, en concreto, se subvencionó a fondo perdido las viviendas no vendidas. El ejecutivo de Zapatero prestó a los bancos 300.000
millones de euros del erario público sin fecha de devolución. Comenzaba una nueva época. La crisis comenzábamos ya a pagarla los trabajadores.
El gobierno español congela durante tres años los salarios de la administración pública, prescribe que no se pueda negociar más del 1% de subida salarial, aunque a muchas empresas en dificultades les ayuda con dinero público. Envalentonado por la falta de respuesta de los sindicatos mayoritarios, da un vuelta más de tuerca y decide reducir el sueldo de los funcionarios en un 5 por ciento, se suprime el cheque bebé de forma radical a partir de Enero de 2011, se elimina el carácter de retroactividad de la ayuda a la dependencia (ahorrándose 624 millones de euros) y se congelan las pensiones independientemente si sube el IPC. Apenas hay oposición; alguna que otra protesta y una huelga en el sector público que fracasa estrepitosamente. ¿Qué hace el gobierno? Confiado en la fuerza de su propaganda y en la aparente indolencia de los trabajadores, pone sobre la mesa su ya famosa reforma laboral. Una propuesta legislativa, que fue endurecida por el congreso.
Mezquindades
Algunas de sus mezquindades son, por ejemplo, que a la hora de despedirnos improcedentemente en vez de 45 días por año con un total de 42 mensualidades, será de 33 días por año trabajado por un total de 24 mensualidades. Esto conlleva una bajada de las indemnizaciones por despido improcedente en un salario de teleoperador de 2500€ menos aproximadamente.
Además, se otorgan más facilidades al empresario a la hora de demostrar el motivo de esos despidos, que pueden ser por razones económicas, técnicas y de producción sólo con que la empresa muestre mínimamente la razón de los despidos. Este artículo está pensado para los Jueces, con el fin de que tengan mancha muy ancha con los expedientes de Regulación de Empleo. En el 2012 cada trabajador dispondrá de un fondo en el que se ingresará una parte de su salario, aún sin determinar. De este modo, cuando la empresa se quiera deshacer del empleado, parte de la indemnización de ese despido saldrá del susodicho fondo. Y si al final de su vida laboral le queda algún dinero podrá hacer uso de él en la jubilación. Las empresas podrán descolgarse de los Convenio si prevén que no van tener beneficios, y de este modo no nos pagarán lo que nos corresponde. Por otro lado, podrán reducir nuestro salarios de forma individual o colectiva, entre un 10 y un 70 por ciento durante un año, por razones que no tienen que demostrar fehacientemente. Una vez más, con una sola previsión sería suficiente. Más medidas estupendas. El Estado premiará a las empresas que contraten a personas entre las edades de 16 a 30 años, 800€ si son hombres, y 1000€ si son mujeres. Entre 1200 y 1400 a las personas mayores de 45 años inscritas desde hace unos años en el paro. Eso sí, sólo los tiene que contratar para cobrar las ayudas a lo largo de tres años, aunque el trabajador sea despedido antes. Por otra parte, las ETT´s harán las mismas funciones que las del Inem, de tal forma que si rechazas una oferta de empleo de una de estas empresas serás sancionado.
Una oportunidad única
El plan del gobierno no tiene otra finalidad que extender y aumentar los beneficios de la gran patronal y las clases sociales más poderosas del planeta a costa de los trabajadores.Han aprovechado la crisis y el desconcierto generalizado para concentrar la riqueza en menos manos. Ya lo dijo recientemente Paul Kraugman, premio nobel de economía, y uno de los principales asesores de Obama, presidente de EEUU: “Los españoles deberán bajar sus salarios en un 25% si quieren salir de la crisis y acabar con el paro”. Las recetas neoliberales del FMI y de los centros de poder financiero han calado de pleno en la política económica de un ejecutivo que se dice ser socialista pero que le importa un ardid la pérdida de derechos de la clase trabajadora. Hasta analistas tan cercanos a la esfera del poder, como el periodista Gabilondo, no dudó hace poco de presentar esta imposición de la reforma laboral y recortes sociales como un golpe de estado del capitalismo internacional. Ya no es momento de lamentos, nos comentaba recientemente una querida delegada sindical, bregada durante años en la lucha obrera, “ya todos sabemos que lo tenemos muy mal con esta reforma laboral que llega, pero lo que no sabemos es hasta dónde serán capaces de ir”. Este sistema neoliberal jamás valdrá a los trabajadores porque está montado para que unos pocos obtengan el máximo beneficio a costa de esclavizar a muchos.
Sin lugar a dudas, la huelga general del próximo 29 de septiembre es una oportunidad única para dar la primera respuesta contundente a este proyecto; pero es también una ocasión para hacer saber a la empresa que estamos ya hartos de las condiciones precarias a las que nos somete. Que a estas alturas no nos haya pagado el 1 por ciento que nos adeudan, a pesar de la sentencia firme de la Audiencia Nacional, es sólo un ejemplo de en qué concepto tiene GSS a los trabajadores.
Cada uno de vosotros seguro que tiene una buena ristra de infamias y humillaciones que sufre todos los días a través de sus supervisores y jefes de campaña, por no decir de alguno de los
coordinadores, obsesionados por ganar méritos a los ojos de la empresa a costa de vuestros derechos. Nos tratan con la prepotencia del caudillo, que prescinde de leyes y normas, y se parapeta en una cohorte de zalameros y serviles. Razones desde luego no nos faltan para secundar una huelga general.
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